viernes, 25 de febrero de 2011

Vínculos

No hay lugar a dudas que, lo que sucede hoy, es fruto del pasado. No del pasado más próximo, sino de los inicios del tiempo.

Hoy estoy aquí, porque hace cientos de años, e incluso miles, algo se estaba gestando para que yo, hoy, estuviera aquí, en este preciso instante. Yo, y todos nosotros.

Todos y cada uno de los seres del planeta, están vinculados entre sí. Si fuésemos devanando la madeja, llegaríamos al inicio de un final que tuvo inicio y, así sucesivamente ya que, esa materia prima siempre ha sido la misma. Todo tiene un mismo origen.

Al igual que los rasgos, carácter y enfermedades se heredan, también heredamos los sentimientos, ya puedan ser malignos o benignos. Sin saberlo, no nos cae bien alguien de nuestro pueblo, sentimos rechazo por un color, nos molesta cierto olor, o, tenemos fobia a la mar. Un santo día, cae en nuestras manos un instrumento musical y los acordes fluyen por sí solos… un simple lápiz y folio y sin saber por qué logramos hacer un magnífico dibujo. No conseguimos llegar a descifrar ni una milésima parte de los vínculos que nos rodean, de esos que en su día se fueron transmitiendo unos a otros hasta llegar al instante preciso en el cual nos encontramos en este también, preciso instante. Frases que fueron dichas antaño, posiblemente por alguno de nuestros antepasado y, que nosotros inconscientemente, sin saber porque, utilizamos. Todos las aptitudes, mañas, nuevos conocimientos… todo lo que cada uno de nosotros vaya elaborando o creando en su interior, libre de todo aquello que nos provenga genéticamente, también va formando parte de la misma cadena, esa que ya llevamos arrastras, esa que se nos encomendó el preciso día en que nos engendramos. Creo que, todo aquello que vamos aprendiendo, sea que nos haya sido legado o , no. Todo se va registrando en nuestro interior, procesando esos datos que formaran parte de ese vinculo que todos compartimos, ese que es de uso común, procedente de un mismo origen, ese que no tiene principio, ni fin.

martes, 22 de febrero de 2011

Germinar

No me gustan las plantas de interior, me recuerdan a los pájaros enjaulados. Hace unos meses, la única que he tenido en mi vida, un tronco del Brasil que llevaba conmigo más de 2o años, se murió. Antes de que esto sucediese, se encontraba en un estado lamentable. En estos años, siempre había estado en la misma tierra y misma maceta. Me daba miedo cambiarle no sea a ser que se muriere en el trasplante. Solo había crecido unos 50 cm. y echaba una hoja yo creo que por año y a la vez tiraba otra. El tronco era fino como una barita de bambú y de aspecto fosilizado. Unos días antes del trágico suceso, perdió todas sus hojas pero, no perdí la esperanza ya que pude observar que del tallito brotaba una diminuta hojita de un verdor esplendido y que creció muchísimo de la noche a la mañana. Yo estaba emocionada con su única hoja ya que aun así , horriblemente bonito, deseaba mantenerle. La hoja llegó a su máximo tamaño y en ese momento, fue cuando murió.

Yo temía perder mi planta si la trasplantaba y, aún sabiendo que de no hacerlo, le estaba perjudicando, ya que a la larga la tierra que tenía llegaría a estar carente de minerales y vitaminas, optaba por no tocarla por si acaso...

Las personas, podemos llegar a vivir la historia de esa planta, con la diferencia que, nosotros, lo hacemos, si no voluntariamente, sí conscientemente. Permanecemos en macetas de distintos orígenes que dejan de tener minerales, solo por el echo de pensar que, si cambiamos de maceta, aun sabiendo que esta que dejamos nos perjudica, podamos morir en el intento. Prefiriendo llegar a la muerte segura, lenta y agonizante.

Hoy, depués de haber estado en una de esas macetas durante casi media vida, recuerdo el momento en el que eché esa última hojita. Esa que al igual que mi planta echó con la intención de germinar por ultima vez antes de acabar de existir. Esa que me hizo reflexionar a tiempo y fortalecer mis raíces para romper esa maceta y saber, que las plantas, donde mejor crecen es en el campo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Crisis

Ayer, fue un día de niebla espesa. Desde el ventanal, podía observar los brazos retorcidos de la parra, renegridos, con apariencia fosilizada. La luz que entraba a la sala, era tenue. Escuché las campanadas de la iglesia, las del medio día. Es un campanario centenario. Puedo distinguir la melancolía que emerge de su sonido, ese que no se expande, ese que se mantiene encriptado, que tan solo gime en el tiempo. Me preparé un brebaje caliente y, mientras calentaba mis manos apretándolas contra la taza ardiendo, miraba a mis viejos amigos, esos que descansan en las estanterías de la librería. Esos ancianos, que aunque ya jubilados, no pierden su lucidez.

Repasé títulos por encima y, llegue a uno que es especial para mi. Lo es, porque en este, una mañana de primavera, mi padre y mi hijo, que por entonces tenía no mas de 3 años, me trajeron de regreso de su paseo matutino, un ramito de margaritas. Les dije, meterlas aquí, entre las hojas de este libro que tanto me gusta. Así lo hicieron. He abierto el libro en varias ocasiones desde entonces y siempre depositaba el ramito en el mismo lugar. Ayer, lo abrí y brotaron lágrimas de mi. Imaginé las manos fuertes y serenas de mi padre preparando delicadamente ese ramillete, esas manos que tanto decían de él. No sé por qué, pero las florecillas habían cambiado de lar, y justo estaban separando o, marcando el siguiente texto que, acompaño a este otro:


Poesía y prosa

Juan Ramón Jimenez

Un dato del prólogo: Solo nos queda avisar al lector que Juan Ramón, que cuidaba extraordinariamente el aspecto editorial de sus publicaciones, se valió de una peculiar ortografía que modificaba en muy poco la de la Real Academia Española: Unifica la variedad ge, je y gi, ji en las formas je , ji y otras veces, prefiere el uso de la s en vez de la x , en palabras como estasis, escrito a su manera. Con lo cual, respetando sus preferencias, así lo voy a escribir para nosotros.



La crisis de esta época hermosa y horrible a un tiempo, que nos ha tocado vivir por fortuna o por desgracia, no puede considerarse por aislaciones; es completa, ya que se funda en un cambio absoluto de sentidos fundamentales cuyo progreso y regreso se ramifica viciosamente como una ahogadora vejetación, en la segunda mitad del siglo pasado. Es una verdadera revolución universal, profunda y alta a la vez que rastrera y ruin de los ideales abstractos o concretos, absolutos o relativos, comunes o individuales. Y digo comunes o individuales, absolutos o relativos, abstractos o concretos, porque en nuestro tiempo ha aumentado hasta lo inconcebible la oposición entre los modos de existir, y tienen la misma importancia y mayor que nunca a la vez, y separados o unidos, el individuo, lo absoluto y lo abstracto que lo relativo o lo común o lo concreto. Voy a fijarme en tres de estos aspectos fundamentales en crisis. El de la relijión o teolójico, el de la belleza o estético y el de la verdad o filosófico.


Ideales relativos o absolutos, insisto. Todos los hombres llevan dentro un ideal en inmanencia, pero no todos pueden encontrar el camino de su vocación, Los ideales provisionales pueden suplir en los tiempos angustiosos de espera o de indecisión estos ideales vocativos necesarios, sobre todo en personas de escaso cultivo, cultivo superior en este caso como en tantos otros a cultura. El ideal relijioso es como un cobijo colectivo, la cúpula que dijo Goethe, que ya está , sino definido, por lo menos muy propagado, como su fuera una enfermedad contajiosa que hay que pasar de niño o de muchacho, porque sino, sería mas grave en la vejez; pero como nuestro mundo camina en progresión jeométrica porque los descubrimientos de toda índole, más numerosos cada día, multiplican hasta el infinito sus posibilidades, cambian por completo y deprisa nuestros fundamentos de creencia, y el ideal colectivo tiene puesto por encima del petardo monstruoso que Ibsen quiso ponerle por debajo del Arca de Noé, la única revolución, dijo el noruego, que él no consideraba obra de farsantes.


En nuestra época no sería ya posible continuar con el ideal relijioso cobijador sobre las bases de premio o castigo eternos, por ejemplo. La solución habrá que buscarla en el sucederse de nuestros propios sentimientos pensativos, en la conciencia mejor jeneral, tan posible como conciencia de algunos particulares, de responsabilidad individual que decidiera casi automáticamente del amor, del alimento, del trabajo. Es decir,que en vez de buscar el paraíso posible fuera y mañana, haciendo méritos de internado inquisitorial, lo podemos encontrar, más cada vez, dentro, encuentro natural, tanto más seguro y hermoso, como es la propia mirada auténtica que la lójica busca artificial.


En cuanto al ideal estético, tenemos el mismo progreso, y por lo tanto , la misma crisis. Las crisis no vienen nunca de la normalidad. Crisis significa, en cierto sentido, enfermedad y trastorno. No nos bastan ya los convencionalismos tradicionales del arte; estamos realmente trastornados o enfermos como lo está el mundo de que formamos parte como un átomo de nuestro organismo propio, es parte de nosotros mismos; y como los ideales relijiosos hemos de separarlos necesariamente de los dogmas establecidos, respetando sólo los indestructibles. Es decir, que así como despojamos la idea de dios de todo ese fárrago convencional y retorcido y de esa carga insoportable de atributos y definiciones que los siglos han ido superponiendo sobre ella como sobre el veneno de una mina, debemos desnudarla hasta conseguir lo que diríamos una belleza en limpio, el diamante limpio de veneno como un dios en limpio o en blanco. Un retorno a la inocencia, después de muchos intentos vamos de sabiduría.
Muchos artistas contemporáneos, poetas, músicos, pintores, etc., vuelven a lo primitivo o lo infantil para librarse de ese horrible fardo que la crítica inútil ha echado encima de la belleza. Es como si un río con un arrastre insoportable ya de orillas desechadoras volviera en columna de agua por el aire a su fuente, que en este caso es nuestra propia inmanencia inefable. Repetiré siempre quelo inefable existe, puesto que tiene un nombre, sé yo que existe y su espresión está no en definiciones que serían imposibles o serían su muerte, sino en el milagro intuitivo, siempre posible; en un balbuceo conciente de su sencillez, de más profundidad que cualquier sumerjirse angustioso en fondos de término.
Y con la verdad pasa lo mismo. Estamos convencidos de que la verdad absoluta no la podemos conseguir sin la verdad circunstancial suficiente, con arreglo a las condiciones de nuestro propio planeta, verdad que a caso no serviría para otro planeta de distintas condiciones, como no serviría nuestra ciencia emerjida de nuestros fundamentos físicos y químicos leyendescos o históricos, en otro planeta de otras condiciones también. Lo mismo que la relijion y la belleza, en este caso, la verdad tenemos que buscarla en nosotros mismos, en algo que no tiene nada que ver con la teoría atómica ni con la ley de la gravedad, ni la de la formación de los astros, ni con los supuestos del orijen de las espécies, etcétera, sino que depende exclusivamente de nuestro propio sentimiento humano, igual que si el pensamiento o el sentimiento hubiesen crecido solos a espensas de la quema progresiva de todo lo demás. Una metamorfosis maravillosa del instinto hacia el sentido cumún, hacia la realidad mejor.
Yo considero el progreso como la llama de una antorcha que no es para quemar cosa alguna, sino para alumbrarlo todo. La antorcha sólo quema al que se la guarda debajo de su capa y no la pasa, por egoísmo avaro. La antorcha es luz y calor, es amor y jenerosidad y cada uno debe incrementar su llama con la propia sustancia de su alma y de su cuerpo. Nuestro cuerpo es el cabo de la antorcha y su llama nuestra alma. Al pasarla a otros damos nuestra alma y nuestro cuerpo, nuestro cuerpo, es decir, lo que sirvió para renovarnos, para sucedernos, para revivirnos.


Yo no soy pesimista en cuanto a la crisis actual del mundo nuestro y considero la solución que me da mi propia experiencia. Aun cuando los inventos físicos se multipliquen, no nos detengamos mucho en los escaparates que los exhiben ni pongamos en ellos, en ninguno de ellos, nuestra fe ni nuestra esperanza que hay que guardarlas para los inventos morales. Si los inventos físicos son como la rueda que nos lleva, que los morales sean como la guia de esas ruedas. ¿Que importa, por ejemplo, un nuevo cepillo de dientes para una mejora de conciencia? confiemos menos en el talento, tan voluble, y más en la vocación, tan segura, que la vocación es la autenticidad. El sentimiento es mucho mas elemental, más fundamental que el pensamiento. Se reacciona más y mejor con un cultivo de la sensibilidad que con una ahitez de cultura más o menos demostrable. El verdadero progreso del mundo tiene que ser moral; y nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra intelijencia, nuestro pensamiento, nuestra conciencia en suma guarda en sí misma todas las posibilidades de virtud y empleo; virtud en el sentido orijinal, y empleo en un sentido final.
El problema está en descubrirnos nosotros mismos nuestra fuente interior, el manadero propio, y en ponernos todos en comunicación por medio de estas linfas, estas aguas puras, cada una en la proporción máxima de su grado de posibilidad variable. El problema es muy sencillo, y si hombres como Buda, Sócrates, Cristo, Gandhi lo han resuelto por ellos mismos y para los demás ¿por qué los demás no lo podemos resolver? Hombres somos todos. Es solo un problema de simpatía humana en el verdadero sentido de la palabra ¨simpatía¨: ¨con el alma¨ con antipatía es ¨contra el alma¨No seamos pues antipáticos, no hagamos mientras esté en nuestro dominio ningún ¨contradiós¨, es decir, contra el oríjen, contra el principio.


Política poética (hacia 1950)

miércoles, 16 de febrero de 2011

Lesson # 1

Me encanta pasear por el campo, observar los senderos que trazan los distintos animales. A veces, observando muy detalladamente, se puede apreciar como la gran mayoría, deciden ir por el mismo. Se diferencian en tamaño dependiendo de que animal lo frecuenta. Puedo observar la hierba más alta, abierta en canal. Posiblemente, debido a las dimensiones del surco, se trata de la ruta de los jabalís. A la derecha de esta, pero aún en el mismo espacio, hay un sendero más pequeño que cala entre la hierba, este, debe ser de los conejos. Se aprecia también los diminutos y súper limpios senderillos de las hormigas. Miro al cielo y, este, también está lleno de senderos. Los tordos, urracas, gorriatos, sobrevuelan el mismo área.. van y vienen, planean, se posan… Todos, absolutamente todos, van en la misma dirección. No necesitan más que seguir su instinto para llegar al lugar idóneo. Sigo el rastro pasando por los cultivos de maíz y alfalfa, los girasoles, las higüeras y al final del todo, el río. El río!!!! en ese espacio, justo en la orilla, se pueden ver distintos tipo de huellas: pezuñas de mediano y gran calibre, pisadas de lobo o perro salvaje, escarbaduras de conejo con sus correspondientes montoncitos de excrementos al lado. Me entusiasma comprobar el respeto que existe por el espacio de cada uno. Curiosamente, el jabalí a pesar de su poca delicadeza, consigue no pisar el sendero del conejo, y las hormigas, tranquilamente siguen por el suyo, ya que el conejo no se sale del suyo propio. Cada uno recolecta a diario lo preciso por el camino y llegados al río, comparten ese bálsamo, sin tener en cuenta su especie.

¡Que gran lección!

domingo, 13 de febrero de 2011

Acompañantes

El viernes, mientras estaba en la peluquería, emplee 3 horas en mi, 3 horas en 3 meses, no está mal...

Me llevé acompañante. Este, pesa alrededor de un kilo y, nada tiene que ver con otros de su especie... en especial cuando tienen ese volumen. Estos otros, algunos, suelen ser excesivamente rígidos. Tienen esa presencia, ese engreído potencial, como si esa rigidez enmarcase o elevase su contenido, como si con su aspecto nos estuviese diciendo; eh!!! cuidado al manejarme, llega a mi interior, pero ojo, piensalo 2 veces antes de entrar, antes de llamar a mi puerta. Mi acompañante es a pesar de su volumen; ligero, provocador, su exterior es suave y fresco, bastante flexible, al igual que lo es su interior. Sedoso y también fresco, como lo es su carcasa. Ambos, interior y exterior se complementan. Como debe ser. Se adapta a mi, a mis necesidades, a mis momentos. Especialmente, cuando me abre el centro de su corazón, su alma. Llegado al ecuador, es cuando noto que se deja, que ya confía plenamente en mi, que confiamos el uno en el otro y, se rinde ante mi, reposando de forma relajada sobre mis muslos mientras permanezco sentada. Inconscientemente, lo acaricio, lo aireo, y en este transcurso, me afloran sensaciones. Me llegan pensamientos, me acechan ideas, siento alegría y, lo mejor de todo es, que me siento por dentro y, comprendo que el interior no es nada sin el exterior y que el exterior me complementa por dentro. Que por separado, no existo. Y encuentro semajanza con mi acompañante.

El viernes,curiosamente, en el lugar menos pensado y posiblemente el menos propicio, me sentí plena junto a este. Y, recapitulé. Nunca fui de hacer preguntas, nunca. Ni de pequeña cuando todos los críos están preguntando el por que, del por que. Entonces, no se ¨por que¨ lo hacia, pero hoy, estoy segura de por que no me gusta hacerlo. Una pregunta, nunca puede tener una sola respuesta, es imposible- y no me refiero al SI o NO rotundo- una respuesta, puede ser la opinión de cientos, ya que una pregunta es poseedora de infinitas respuestas. 1 +1= 2, pero 2 puede ser fraccionado hasta la micra, hasta la desintegración. No me gustan las preguntas, ni me gusta preguntarme. Espero respuestas sin formular pregunta, para mi, esa es la autentica realidad. Existen en nuestro interior, no hay que buscarlas, es cuestión de dejarlas fluir, sentirlas y ante todo, no intentar interpretarlas. Solo saber que han llegado. Percibirlas.

Empecé a tener acompañantes no hace tanto. Nunca les eché en falta. A pesar de que me dijesen que la soledad era peligrosa y confusa. Pero contrariamente, esto ha hecho que las respuestas me hayan llegado limpias, sin la manipulación de ideologías externas, sin esa posible alteración. Observar que, en estos nuevos compañeros que van llegando a mi, existe un vinculo desvinculado, que nos hacemos preguntas sin mediar palabra y que no hacen falta respuestas.


Ahora, van llegando a su debido tiempo, unos les busco, y otros llegan sin buscarles. Curiosamente, muchos son indigentes, aquellos que ya no sirven, o, que nunca sirvieron. Incomprendidos, mal interpretados , maltratados, arrojados fuera de las vidas de sus falsos amigos. Soy incapaz de verles vagando. Les acojo y les hago hueco junto a otros y, aunque aun no nos conozcamos profundamente, al menos, ese saludo, esa presencia cálida, nos brindamos mutuamente, cada día.

viernes, 4 de febrero de 2011

Te entiendo, pero no te comprendo...

Entender, es analizar sin que ello nos lleve al compromiso, sea cual sea.

Entender se trata tan solo de racionalizar, ya sea un acto, un problema matemático o cualquier cosa o situación que acepte análisis.

La comprensión, requiere de entendimiento + análisis + algo tan complejo como es CONCEDER. La comprensión es esa sustancia tan valiosa que todos llevamos dentro, pero que cuesta tanto dosificar ya que de hacerlo, es de forma gratuita. Aunque ello nos enriquece, normalmente lo percibimos como una perdida, no solo de tiempo....

martes, 1 de febrero de 2011

Deseo

Desde donde mi memoria me permite, cuando a la hora de soplar las velas en los cumpleaños, escuchaba la frase : formula un deseo!! siempre me quedaba en blanco. Y , cuando me decían; ahora no lo tienes que decir , para que se cumpla. Me quedaba tan fresca ya que nada tenía que desvelar , ya que nada había llegado a desear. Puede que desde niña ya viese lo complejo que son los deseos, puede que ya entonces en alguno de esos momentos en los que se me pidió formular uno, o, varios, lo hice y no dio resultado, puede que desistiese ya entonces de formularlos.

El deseo es, bajo mi punto de vista, a parte de ser esa ilusión necesaria para vivir, también es un lastre, un obstáculo.

Desear, es no hacer nada por lograr lo que en realidad deseamos.

El deseo es un tanto como la fe. Deseo que me toque la lotería…Dios mío que me toque! Pero a caso juegas?

El deseo, por regla general es caprichoso, veleta, es visceral y en raras ocasiones, es pura necesidad. Cuando hay auténtica necesidad, el deseo desaparece en su madurez, para convertirse en un hecho, en una realidad. Los deseos cumplidos, no llaman a nuestra puerta, solo los incumplidos lo hacen una y otra vez, convirtiéndose en ese lastre del que hablo.