martes, 1 de junio de 2010

Amigos- conocidos: Reales, Virtuales...

Estoy casi convencida que, cada persona que está a mi alrededor tiene un lugar o su lugar en mi vida... no me refiero a los muy allegados, ni a mis familiares, me refiero a las personas con las que frecuento a diario durante unos minutos. Cada uno está ahí y ocupa su lugar, ese lugar que aunque poco significante, es significativo, dentro de la rutina sistemática del día a día. Cada mañana tomo café con mi hermana en el bar del Gallego... nadie me prepara el café como lo hace él, lo acompañamos con unas exquisitas porras y churros, igualmente insuperables. Allí nos juntamos unas 20 personas cada mañana, pero esto no significa que nos conozcamos, algunos ni tan siquiera sabemos como nos llamamos los otros, tan solo nos suena de escuchar al gallego llamar a cada uno cuando tiene sus cafés listos para retirar de la barra. Habitualmente se juntan 5 madres que paran de regreso de llevar a los niños al cole,
3 taxistas a desayunar sus bocatas de panceta con queso, Marisa, una señora de 75 que parece de 55... mi hermana y yo, los jardineros del “HayUntamiento” y lo más curioso es cuando llegan los policías Municipales también al bocata y el chato de vino...(agente no está Vd de ser-vicio?) Con estas personas y sus costumbres, sus manías, su vocabulario, su estilo de vida, con ellas, comparto también lo mío. También la panadera que antes de subir a casa compro el pan nuestro de cada día, aporta su granito y yo a ella a la vez y a todos los demás y los demás a mi. Llego al trabajo y mis compañeros siguen, seguimos aportándonos, formando esa parte… menos contributiva de nuestras vidas, pero que existe. Ellos,todos nosotros formamos esa parte de nuestras vidas sabiendo de su mínima transcendencia... todos estamos en nuestro sitio y no tenemos la menor intención de variar este estado... seguro que de intentar compartir otros momentos, no saldría bien. La misma sensación tengo con los amigos virtuales, nos conocemos, nos entendemos, queremos, debatimos ideas,
compartimos sentimientos, llegamos a conocernos mucho mejor de lo que nos conoceríamos con alguien físico, con alguien con piel, con olor, con mirada... con voz... pero el encanto, la fuerza que emana de la escritura, de las entrelíneas, lo mataría la proximidad del cuerpo, de una caricia... hasta el paso a delante de empezar a chatear destruye el carisma del carteo debido a la replica casi instantánea por ambos lados. He comprobado, en varias ocasiones, que la pasión que he ofrecido y recibido por escrito, se apaga al conocerse... mi imaginación deja de jugar ese gran papel de cuando leo a una persona, y me decepciono... pienso, que al igual que mis “conocidos” de a diario están donde están y forman parte de mi de la misma manera cada día, los amigos virtuales deben permanecer así y ser parte de mi vida, y sin duda, puede que de forma más duradera que la que podemos experimentar con los que compartimos el respirar pues, las palabras se las lleva el viento y lo escrito, perdura.