viernes, 26 de febrero de 2010

Cosa de Hombres....


Los “Chinchonetes” de la Peña del Tío Consuelo

Siempre ha habido peñas y las habrá, hoy en día no son tan populares pues existen tantos lugares de ocio y tan a mano, los vecindarios han dejado de tener vecinos, sino gentes que allí habitan... las peñas han perdido consistencia y,las que aun siguen existiendo,ya no tienen nada que ver con las autenticas de antes..antiguamente.

Mi barrio es Carabanchel, este que tanto adoro, este que tan castizo era.
Como en casi todos los barrios, en las calles, en ambas aceras,lo que predominaban eran los bares y tabernas, esas tabernas con sus cubas y barricas y ese olor tan peculiar del vino...afrutado, fresco, vivo!!

Allí echaban sus partidillas de dominó o la baraja los abuelillos y,los no tanto- pero siempre ellos, no ellas- en invierno arrimados a la estufa de carbón y en verano bajo el árbol de la morera, a la sombra...chato va y chato viene, risotada viene,risotada va, maricón aquí, cabrón allá.. que momentos de relax eran aquellos, para ellos…

La peña del Tío Consuelo,era la peña de mi barrio,la de la bodega de igual nombre, esta,era exclusivamente para hombres y estos,los socios,se llamaban “Los chinchonetes ”haciendo honor al anis Chinchon, obviamente.. mi padre, era también socio.

Se pagaba una cuota mensual que,hubiese para comer o no,se pagaba...se hacían comilonas,se organizaban torneos de mus,dominó...solo para ellos que,tanto esfuerzo hacían para mantener a la familia y que tan merecida
recompensa,les era otorgada.

Una vez al año, a mediados de Junio , siempre hacían un excursión todos juntos al río Alberche, alquilaban un autocar y se llevaban unos bidones de esos enormes de gasóleo, en los cuales metían botas y botas de vino y cubrían de barras de hielo, de las de antes, esas enteras de las cuales se suele uno referir cuando debes algo a alguien y no tienes intención de pagarle nunca: ¡¡apúntalo en una barra de hielo!! De camino, paraban en Almorox, un pueblo en el monte de Alamin y, allí compraban las chuletas de cordero, muerto la noche anterior y, ale!!! Al río a pasar el día!!!

Cuando salíamos todos a despedirles al autocar, esposas, hijos..todos, recuerdo que era espectacular,por entonces,por aquella época,1967,no existía la ropa de deporte, al menos no para las gentes de a pié y,ellos,todos vestían de ropaje de diario,lo más raído - aunque tan raído era este de diario,como el de los Domingos-para no tener que cuidarse. Que guapos iban todos..ellos,tan varoniles,tan engominados,tan despechugados,con esos pantalones de súper pinzas tan amplios y ceñidos a la cintura con sus cintos, sus camisas de manga corta mostrando esos brazos tan fuertes . Puede que la alegría que irradiaban les hacía más guapos ante mis ojos de niña...niña que no entendía de la vida y que solo veía a su padre y amigos felices y muy amables.

A eso de las 22:00 era la hora de regreso y todos les esperábamos con entusiasmo, o al menos eso sentía yo (ahora puedo imaginar como se sentía mi madre y posiblemente ,las otras esposas) Se les oía llegar a la legua pues, venían con las ventanillas bajadas – los autocares de antes y su encanto- todos dando manotazos a la vez al autocar, con el ritmo y cantando:¡¡Y somos los Chinchonetes de la peña del Consueloooo...y somos los Chinchonetes y con nosotros nadie se mete!! Desde luego que nadie se metía, especialmente en este momento del regreso, con las botas de vino vacías y la tripa llena. Mi padre era un hombre muy muy guapo , amable y cariñoso con sus hijos y esposa pero, ese día era el más iluminado de los iluminados, le podía pedir lo que “fuese” que mío era, lo que hace estar feliz y chisposillo...

Igual que se iban de lo más apañaditos,llegaban descamisados,y con los pelos revueltos,y algunos aún empapados del último chapuzón en el río, antes de partir de regreso al barrio.

Ahora, llegaba lo más emocionante, algo que aunque todos esperábamos, siempre nos impresionaba.. sobre todo a los niños.. y era.."EL TORO". Dos de los chinchonetes se metían a escondidas en la taberna y salían disfrazados de toro, era una piel y cabeza de astado autentica y, corrían detrás de todos intentando toparnos..recuerdo correr calle abajo con los ojos medio cerrados y el culo apretado y empujando de mi, y al llegar al árbol de la morera ,subirme como loca a oscuras y, notar que mi corazoncillo se me salía por la boca. Al cabo de un buen rato, el toro era desenmascarado y salían de debajo los porteadores que, en realidad sus caras y ojos enrojecidos , con esa brillantez de ausencia de conocimiento, impresionaban más de lo que lo hacía el toro. Eso era lo único que los “Chinchonetes” compartían con nosotros, pues lo otro...era cosa de hombres!!!!